Capitulo 28.- Labios mentirosos

Las gotas de lluvia caían grácilmente sobre el cristal de la ventana, sus ojos iban y venían observando a las personas debajo de aquel edificio correr, intentando protegerse de la lluvia, desde arriba parecían tan pequeños.

Paseo su mirada por el departamento en el que se encontraba, las paredes color caoba, el piso de madera que se extendía sobre todo el lugar, jugando con la taza de chocolate caliente entre sus manos, ni en sus sueños mas locos e improbables ella se había imaginado estar en ese lugar, en ese preciso departamento de soltero, en el hogar de Eang Dorantes.

La puerta a sus espaldas se abrió con la penetración de cierto pelinegro hacia el lugar, Yashira tembló debajo de la manta que la cubría, debido al frio viento que se coló por la puerta de par en par, Eang le sonrió dándose paso al interior del departamento, dejando su impermeable color negro en el perchero a un costado del recibidor y llevando hasta la chica las bolsas de las compras.

-Yo – Balbuceo la chica al observar al joven frente a ella – Yo debo irme, es tarde, Elena estará preocupada – aviso retirando de sus hombros la manta que la cubría.

  

-No puedes irte aun – suplico, casi grito soltando su agarre un poco avergonzado por el tono de su voz – Quiero decir, la lluvia aun no para y….

-Yo no te amo Eang – trago grueso después de decir eso, le dolía mas a ella decirlo que lo que, estaba segura, le dolía a el escucharlo – No te amo, que el bendito beso no te engañe, porque no significo nada para mi, al igual que tampoco lo significo lo del parque, solo tuviste la mala suerte de cruzarte en mi camino en uno de mis momentos de debilidad y eso es todo, no hay nada mas en mi para ti – concluyo centrándose en ocultar la mueca de dolor que se formaba en su rostro al observar el rostro adolorido del chico frente a ella, sus ojos se abrieron con sorpresa al ver el rostro del pelinegro, nada de lo que pensó ver en el estaba presente.

 Ella lo amaba, a pesar de todo lo que sus labios hipócritas y mentirosos decían, sus ojos le gritaban que lo amaban y el, el prefería creerle a los profundos posos grises que lo atrapaban y le decían lo que quería oír.

-Yo no soy Dimitri – soltó mirándole con rostro adolorido al escuchar las palabras dichas por la chica.

Yashira se congelo ¿Qué había escuchado?, El, ¿El lo sabia?, un escalofrió recorrió su espalda, dejando inmóvil a la joven, todo este tiempo había pasado preocupada por mantener oculto un secreto que le destruiría la vida y el ya lo sabia.

-¿Qu, que es lo que sabes de Dimitri? – cuestiono aun congelada, aun sin el valor de plantarle cara al joven a sus espaldas.

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